
jueves, 23 de abril de 2009
INTRODUCCION AL CURSO

lunes, 17 de noviembre de 2008
CLASE 12: LA EXPERIENCIA DE LA SALVACION
CLASE 11: EL CONFLICTO UNIVERSAL
lunes, 27 de octubre de 2008
CLASE 10: INMORTALIDAD CONDICIONAL DEL ALMA
El Misterio de la Inmortalidad
DESDE los tiempos más remotos de la historia del hombre, Satanás se esforzó por engañar a nuestra raza. El que había promovido la rebelión en el cielo deseaba inducir a los habitantes de la tierra a que se uniesen con él en su lucha contra el gobierno de Dios. Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas. Además, la envidia de Satanás se despertó al ver la hermosísima morada preparada para la inocente pareja. Resolvió hacer caer a ésta para que, una vez separada de Dios y arrastrada bajo su propio poder, pudiese él apoderarse de la tierra y establecer allí su reino en oposición al Altísimo.
Si Satanás se hubiese presentado en su verdadero carácter, habría sido rechazado en el acto, pues Adán y Eva habían sido prevenidos contra este enemigo peligroso; pero Satanás trabajó en la obscuridad, encubriendo su propósito a fin de poder realizar mejor sus fines. Valiéndose de la serpiente, que era entonces un ser de fascinadora apariencia, se dirigió a Eva, diciéndole: "¿Conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?" (Génesis 3:1.) Si Eva hubiese rehusado entrar en discusión con el tentador, se habría salvado; pero ella se aventuró a alegar con él y entonces fue víctima de sus artificios. Así es como muchas personas son aún vencidas. Dudan y discuten respecto a la voluntad de Dios, y en lugar de obedecer sus mandamientos, aceptan teorías humanas que no sirven más que para encubrir los engaños de Satanás.
"Y respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del jardín bien podemos comer: mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, no sea que muráis. Entonces dijo la serpiente a la mujer: De seguro que no moriréis; antes bien, sabe Dios que en el día que comiereis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal." (Vers. 2-5, V.M.) La serpiente declaró que se volverían como Dios, que tendrían más sabiduría que antes y que serían capaces de entrar en un estado superior de existencia. Eva cedió a la tentación, y por influjo suyo Adán fue inducido a pecar. Ambos aceptaron la declaración de la serpiente de que Dios no había querido decir lo que había dicho; desconfiaron de su Creador y se imaginaron que les estaba cortando la libertad y que podían ganar gran caudal de sabiduría y mayor elevación quebrantando su ley.
Pero ¿cómo comprendió Adán, después de su pecado, el sentido de las siguientes palabras: "En el día que comieres de él de seguro morirás"? ¿Comprendió que significaban lo que Satanás le había inducido a creer, que iba a ascender a un grado más alto de existencia? De haber sido así, habría salido ganando con la transgresión, y Satanás habría resultado en bienhechor de la raza. Pero Adán comprobó que no era tal el sentido de la declaración divina. Dios sentenció al hombre, en castigo por su pecado, a volver a la tierra de donde había sido tomado: "Polvo eres, y al polvo serás tornado." (Vers. 19.) Las palabras de Satanás: "Vuestros ojos serán abiertos" resultaron ser verdad pero sólo del modo siguiente: después de que Adán y Eva hubieron desobedecido a Dios, sus ojos fueron abiertos y pudieron discernir su locura; conocieron entonces lo que era el mal y probaron el amargo fruto de la transgresión.
En medio del Edén crecía el árbol de la vida, cuyo fruto tenla el poder de perpetuar la vida, Si Adán hubiese permanecido obediente a Dios, habría seguido gozando de libre acceso a aquel árbol y habría vivido eternamente. Pero en cuanto hubo pecado, quedó privado de comer del árbol de la vida y sujeto a la muerte. La sentencia divina: "Polvo eres, y al polvo serás tornado," entraña la extinción completa de la vida.
La inmortalidad prometida al hombre a condición de que obedeciera, se había perdido por la transgresión. Adán no podía transmitir a su posteridad lo que ya no poseía; y no habría quedado esperanza para la raza caída, si Dios, por el sacrificio de su Hijo, no hubiese puesto- la inmortalidad a su alcance. Como "la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron,"Cristo "sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio." (Romanos 5: 12; 2 Timoteo 1: 10.) Y sólo por Cristo puede obtenerse la inmortalidad. Jesús dijo: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna, más el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida." (S. Juan 3: 36.) Todo hombre puede adquirir un bien tan inestimable si consiente en someterse a las condiciones necesarias. Todos "los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad," recibirán "la vida eterna." (Romanos 2: 7.)
El único que prometió a Adán la vida en la desobediencia fue el gran seductor. Y la declaración de la serpiente a Eva en Edén.- "De seguro que no moriréis"- fue el primer sermón que haya sido jamás predicado sobre la inmortalidad del alma. Y sin embargo esta misma declaración, fundada únicamente en la autoridad de Satanás, repercute desde los púlpitos de la cristiandad, y es recibida por la mayoría de los hombres con tanta prontitud como lo fue por nuestros primeros padres. A la divina sentencia: El alma que pecare, ésa morirá (Ezequiel 18:20), se le da el sentido siguiente: El alma que pecare, ésa no morirá, sino que vivirá eternamente. No puede uno menos que extrañar la rara infatuación con que los hombres creen sin mas ni más las palabras de Satanás y se muestran tan incrédulos a las palabras de Dios.
Si al hombre, después de su caída, se le hubiese permitido tener libre acceso al árbol de la vida, habría vivido para siempre, y así el pecado habría inmortalizado. Pero un querubín y una espada que arroja llamas guardaban "el camino del árbol de la vida" (Génesis 3: 24), y a ningún miembro de la familia de Adán le ha sido permitido salvar esta raya y participar de esa fruta de la vida. Por consiguiente no hay ni un solo pecador inmortal.
Pero después de la caída, Satanás ordenó a sus ángeles que hicieran un esfuerzo especial para inculcar la creencia de la inmortalidad natural del hombre; y después de haber inducido a la gente a aceptar este error, debían llevarla a la conclusión de que el pecador viviría en penas eternas. Ahora el príncipe de las tinieblas, obrando por conducto de sus agentes, representa a Dios como un tirano vengativo, y declara que arroja al infierno a todos aquellos que no le agradan, que les hace sentir eternamente los efectos de su ira, y que mientras ellos sufren tormentos indecibles y se retuercen en las llamas eternas, su Creador los mira satisfecho.
Así es como el gran enemigo reviste con sus propios atributos al Creador y Bienhechor de la humanidad. La crueldad es satánica. Dios es amor, y todo lo que él creó era puro, santo, y amable, hasta que el pecado fue introducido por el primer gran rebelde. Satanás mismo es el enemigo que tienta al hombre y lo destruye luego si puede; y cuando se ha adueñado de su víctima se alaba de la ruina que ha causado. Si ello le fuese permitido prendería a toda la raza humana en sus redes. Si no fuese por la intervención del poder divino, ni hijo ni hija de Adán escaparían.
Hoy día Satanás está tratando de vencer a los hombres, como venció a nuestros primeros padres, debilitando su confianza en el Creador e induciéndoles a dudar de la sabiduría de su gobierno y de la justicia de sus leyes. Satanás y sus emisarios representan a Dios como peor que ellos, para justificar su propia perversidad y su rebeldía. El gran seductor se esfuerza en atribuir su propia crueldad a nuestro Padre celestial, a fin de darse por muy perjudicado con su expulsión del cielo por no haber querido someterse a un soberano tan injusto. Presenta al mundo la libertad de que gozaría bajo su dulce cetro, en contraposición con la esclavitud impuesta por los severos decretos de Jehová. Es así como logra sustraer a las almas de la sumisión a Dios.
¡Cuán repugnante a todo sentimiento de amor y de misericordia y hasta a nuestro sentido de justicia es la doctrina según la cual después de muertos los impíos son atormentados con fuego y azufre en un infierno que arde eternamente, y por los pecados de una corta vida terrenal deben sufrir tormentos por tanto tiempo como Dios viva! Sin embargo, esta doctrina ha sido enseñada muy generalmente y se encuentra aún incorporada en muchos de los credos de la cristiandad. Un sabio teólogo sostuvo: "El espectáculo de los tormentos del infierno aumentará para siempre la dicha de los santos. Cuando vean a otros seres de la misma naturaleza que ellos y que nacieron en las mismas circunstancias, cuando los vean sumidos en semejante desdicha, mientras que ellos estén en tan diferente situación, sentirán en mayor grado el goce de su felicidad." Otro dijo lo siguiente: "Mientras que la sentencia de reprobación se esté llevando a efecto por toda la eternidad sobre los desgraciados que sean objeto de la ira, el humo de sus tormentos subirá eternamente también a la vista de los que sean objeto de misericordia, y que, en lugar de compadecerse de aquéllos, exclamarán: ¡Amén! ¡Aleluya! ¡Alabad al Señor!"
¿En qué página de la Palabra de Dios se puede encontrar semejante enseñanza? ¿Los rescatados no sentirán acaso en el cielo ninguna compasión y ni siquiera un leve asomo de humanidad? ¿Habrán quedado esos sentimientos por ventura substituídos por la indiferencia del estoico o la crueldad del salvaje? -No, mil veces no. No es ésa la enseñanza del Libro de Dios. Los que presentan opiniones como las expresadas en las citas anteriores pueden ser sabios y aun hombres honrados; pero han sido engañados por los sofismas de Satanás. El es quien los induce a desnaturalizar las enérgicas expresiones de las Sagradas Escrituras, dando al lenguaje bíblico un tinte de amargura y malignidad que es propio de él, Satanás, pero no de nuestro Creador. "¡Vivo yo! dice Jehová el Señor, que no me complazco en la muerte del inicuo, sino antes en que vuelva el inicuo de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros caminos malos, pues ¿por qué moriréis? " ( Ezequiel 33:11), ¿Qué ganaría Dios con que creyéramos que él se goza en contemplar los tormentos eternos, que se deleita en oír los gemidos, los gritos de dolor y las imprecaciones de las criaturas a quienes mantiene sufriendo en las llamas del infierno? ¿Pueden acaso esas horrendas disonancias ser música para los oídos de Aquel que es amor infinito? Se alega que esas penas sin fin que sufren los malos demuestran el odio de Dios hacia el pecado, ese mal tan funesto a la paz y al orden del universo. ¡Oh, qué horrible blasfemia! ¡Como si el odio que Dios tiene al pecado fuese motivo para eternizar el pecado! Pues según las enseñanzas de esos mismos teólogos, los tormentos continuos y sin esperanza de misericordia enfurecen sus miserables víctimas, que al manifestar su ira con juramentos y blasfemias, aumentan continuamente el peso de su culpabilidad. La gloria de Dios no obtiene realce con que se perpetúe el pecado al través de los siglos sin fin.
Es incalculable para el espíritu humano el daño que ha producido la herejía de los tormentos eternos. La religión de la Biblia, llena de amor y de bondad, y que abunda en compasión, resulta empañada por la superstición y revestida de terror. Cuando consideramos con cuán falsos colores Satanás pintó el carácter de Dios, ¿podemos admirarnos de que se tema, y hasta se aborrezca a nuestro Creador misericordioso? Las ideas espantosas que respecto de Dios han sido propagadas por el mundo desde el púlpito, han hecho miles y hasta millones de escépticos e incrédulos.
PREGUNTAS REFLEXIVAS
1.- ¿Desde cuándo existe la idea de la inmoralidad del alma?, ¿Quién fue el autor de esta idea y cuáles son sus propósitos?
2.- ¿Qué ideas populares existen en torno de la inmortalidad del alma?
Tomado del libro El Conflicto de los Siglos. pp. 586-591
domingo, 19 de octubre de 2008
CLASE 9: ESCLAVOS Y LIBRES
domingo, 12 de octubre de 2008
CLASE 8: LA CAIDA Y LA NATURALEZA PECAMINOSA DEL SER HUMANO
EL cielo se llenó de pesar cuando todos se dieron cuenta de que el hombre estaba perdido y que el mundo creado por Dios se llenaría de mortales condenados a la miseria, la enfermedad y la muerte, y que no había vía de escape para el ofensor. Toda la familia de Adán debía morir. Contemplé al amante Jesús y percibí una expresión de simpatía y pesar en su rostro. Pronto lo vi aproximarse al extraordinario y brillante resplandor que rodea al Altísimo. Mi ángel acompañante dijo: "Está en íntima comunión con su Padre". La ansiedad de los ángeles parecía ser muy intensa mientras Jesús estaba en comunión con Dios. Tres veces lo encerró el glorioso resplandor que rodea al Padre, y cuando salió la tercera vez, se lo pudo ver. Su rostro estaba calmado, libre de perplejidad y duda, y resplandecía con una bondad y una amabilidad que las palabras no pueden expresar.
Entonces informó a la hueste angélica que se había encontrado una vía de escape para el hombre perdido. Les dijo que había suplicado a su Padre, y que había ofrecido su vida en rescate, para que la sentencia de muerte recayera sobre él, para que por su intermedio el hombre pudiera encontrar perdón; para que por los méritos de su sangre, y como resultado de su obediencia a la ley de Dios, el hombre pudiera gozar del favor del Señor, volver al hermoso jardín y comer del fruto del árbol de la vida.
En primera instancia los ángeles no se pudieron regocijar, porque su Comandante no les ocultó nada, sino por el contrario abrió frente a ellos el plan de salvación. Les dijo que se ubicaría entre la ira de su Padre y el hombre culpable, que llevaría sobre sí la iniquidad y el escarnio, y que pocos lo recibirían como Hijo de Dios. Casi todos lo aborrecerían y lo rechazarían. Dejaría toda su gloria en el cielo, aparecería sobre la tierra como hombre, se humillaría como un hombre, llegaría a conocer por experiencia propia las diversas tentaciones que asediarían al hombre, para poder saber cómo socorrer a los que fueran tentados; y que finalmente, después de cumplir su misión de maestro, sería entregado en manos de los hombres, para soportar casi toda la crueldad y el sufrimiento que Satanás y sus ángeles pudieran inspirar a los impíos; que moriría la más cruel de las muertes, colgado entre el cielo y la tierra, como un culpable pecador; que sufriría terribles horas de agonía, que los mismos ángeles no serían capaces de contemplar, pues velarían sus rostros para no verla. No solo sufriría de agonía corporal, sino de una agonía mental con la cual la primera de ningún modo se podía comparar. El peso de los pecados de todo el mundo recaería sobre él. Les dijo que moriría y se levantaría de nuevo al tercer día, que ascendería a su Padre para interceder por el hombre extraviado y culpable.
La única vía posible de salvación
Los ángeles se postraron delante de él. Ofrecieron sus vidas. Jesús les dijo que mediante la suya salvaría a muchos, y que la de un ángel no podía pagar esa deuda. Sólo su vida podía ser aceptada por su Padre como rescate en favor del hombre. Les dijo que desempeñarían un papel, que estarían con él en diferentes oportunidades para fortalecerlo; que tomaría la naturaleza caída del hombre, y que su fortaleza ni siquiera se igualaría con la de ellos; que serían testigos de su humillación y sus grandes sufrimientos; y que al verificarlos y ver el odio de los hombres, se sentirían sacudidos por las más profundas emociones, y por amor a él querrían rescatarlo y librarlo de sus asesinos, pero que no debían interferir ni evitar nada de lo que contemplaran; que desempeñarían una parte en ocasión de su resurrección; que el plan de salvación había sido trazado, y que su Padre lo aceptaba.
Con santa pesadumbre Jesús consoló y animó a los ángeles, y les informó que después de estas cosas los que él redimiera estarían con el, y que mediante su muerte rescataría a muchos y destruiría al que tenía el poder de la muerte. Que su Padre le daría el reino y su grandeza debajo de todos los cielos, y que lo poseería para siempre jamás. Satanás y los pecadores serían destruidos, y no perturbarían nunca más el cielo ni la nueva tierra purificada. Jesús encareció a la hueste celestial que aceptara el plan que su Padre había aceptado, y que se regocijaran en el hecho de que por medio de su muerte el hombre caído podría de nuevo ser exaltado para obtener el favor de Dios y gozar del cielo.
Entonces éste se lleno de un gozo inefable. Y la hueste angélica entonó un himno de alabanza y adoración. Pulsaron sus arpas y entonaron una nota más elevada que nunca antes por la gran misericordia y la condescendencia de Dios al entregar a su muy Amado para que muriera por una raza de rebeldes. La alabanza y la adoración se derramaron por la abnegación y el sacrificio de Jesús; por el hecho de que consintiera en dejar el seno de su Padre y eligiera una vida de sufrimiento y angustia, para morir una muerte ignominiosa con el fin de dar vida a otros.
El ángel dijo: "¿Piensas tú que el Padre entregó a su amado Hijo sin conflicto alguno? No, no. El mismo Dios del cielo tuvo que luchar para decidir si dejaría perecer al hombre culpable o daría a su amado Hijo para que muriera por él". Los ángeles estaban tan interesados por la salvación del hombre que se podía encontrar entre ellos a quienes hubieran estado dispuestos a abandonar la gloria y dar su vida por el hombre perdido. "Pero -dijo mi ángel acompañante-, de nada valdría. La transgresión es tan grande que la vida de un ángel no puede pagar la deuda. Nada fuera de la muerte y la intercesión de su Hijo podía pagar la deuda y salvar al hombre perdido del pesar y la miseria sin esperanzas".
Pero a los ángeles se les asignó una tarea, es a saber, subir y bajar con el bálsamo fortalecedor procedente de la gloria, para suavizar los sufrimientos del Hijo de Dios y servirle. También tendrían la tarea de guardar y proteger a los súbditos de la gracia de los ángeles impíos y de las tinieblas que constantemente arrojaría contra ellos Satanás. Vi que era imposible que Dios alterara o cambiara su ley para salvar al hombre perdido y a punto de perecer; por eso permitió que su amado Hijo muriera por la transgresión del hombre.
Satanás se regocijó una vez más con sus ángeles de que hubiera podido derribar al Hijo de Dios de su exaltada posición al provocar la caída del hombre. Dijo a sus ángeles que cuando Jesús tomara la naturaleza del hombre caído, podría dominarlo e impedir que cumpliera el plan de salvación.
Se me mostró a Satanás como fue una vez, un ángel feliz y exaltado. Después lo vi como es ahora. Su aspecto sigue siendo principesco. Sus rasgos siguen siendo nobles, porque es un ángel caído. Pero la expresión de su rostro esta llena de ansiedad, preocupación, infelicidad, malicia, odio, deseos de causar daño, engaño y toda clase de mal. Observé en forma especial esa frente que fue tan noble. A partir de sus ojos comienza a retroceder. Observé que por tanto tiempo se ha inclinado al mal que toda buena cualidad se ha rebajado y se ha desarrollado todo rasgo maligno. Sus ojos son astutos, irónicos y manifiestan profunda penetración. Su cuerpo es grande, pero su piel cuelga suelta de sus manos y su rostro. Cuando lo contemplé, su barbilla reposaba sobre mano izquierda. Parecía que estaba entregado a una profunda meditación. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, que me hizo temblar, pues estaba llena de maldad y de astucia satánica. Es la sonrisa que esboza justamente antes de apoderarse de su víctima, y cuando la entrampa en sus redes es cada vez más horrible.
Humildemente y con indecible pesar Adán y Eva abandonaron el hermoso jardín donde habían sido tan felices hasta que desobedecieron la orden de Dios. La atmósfera había cambiado. Ya no se mantenía invariable como antes de la transgresión. Dios los vistió con túnicas de pieles para cubrirlos de la sensación de frío y calor a la que estaban expuestos.
La inmutable ley de Dios
Todo el cielo se lamentó por la desobediencia y la caída de Adán y Eva, que habían acarreado la ira de Dios sobre toda la especie humana. Ya no podían tener comunión directa con Dios y se habían sumergido en la miseria y la desesperación. No se podía cambiar la ley de Dios para que se adaptara a la necesidad del hombre, porque de acuerdo con el plan de Dios ésta nunca debía perder su fuerza ni anular el más pequeño de sus requerimientos.
Los ángeles de Dios fueron comisionados para que visitaran la pareja caída y le informaran que aunque no podían conservar su santa condición ni su hogar edénico por causa de la transgresión de la ley de Dios, su caso no era totalmente desesperado. Se les informó que el Hijo de Dios, que había conversado con ellos en el Edén, se había sentido impulsado por la piedad, en vista de su condición desesperada, y que se había ofrecido voluntariamente para soportar el castigo que les correspondía, y morir para que los seres humanos pudieran vivir por fe en la expiación que Cristo proponía hacer por ellos. Por medio de Jesús se había abierto una puerta de esperanza para que el hombre, a pesar de su gran pecado, no quedara bajo el dominio completo de Satanás. La fe en los méritos de Hijo de Dios elevaría de tal manera a éste que podría resistir las artimañas de Satanás. Se le concedería un tiempo de prueba durante el cual, por medio de una vida de arrepentimiento y fe en la expiación del Hijo de Dios, podría ser redimido de su transgresión a la ley del Padre y elevado así hasta un nivel donde sus esfuerzos por guardar la ley de Dios podrían ser aceptados.
Los ángeles les comunicaron el pesar que se experimentó en el cielo cuando se anunció que ellos habían transgredido la ley de Dios, lo que había inducido a Cristo a llevar a cabo el gran sacrificio de su propia vida preciosa.
Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de cuán exaltada y santa es la ley de Dios, cuya transgresión requería un sacrificio tan costoso para salvarlos de la ruina junto con su posteridad, rogaron, que se les permitiera morir o que sus descendientes experimentaran el castigo de su transgresión, antes que el amado Hijo de Dios hiciera un sacrificio tan grande. La angustia de Adán iba en aumento. Se dio cuenta de que sus pecados eran de tal magnitud que implicaban terribles consecuencias. ¿Cómo podía ser posible que el tan honrado Comandante celestial, que había caminado y conversado con él cuando gozaba de santa inocencia, a quien los ángeles honraban y adoraban, fuera depuesto de su exaltada posición para morir por causa de su pecado?
Se informó a Adán que la vida de un ángel no podía pagar la deuda. La ley de Jehová, fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra, era tan sagrada como Dios mismo; y por esa razón el Señor no podía aceptar la vida de un ángel como sacrificio por su transgresión. Su ley es de más importancia a su vista que los santos ángeles que rodean su trono. El Padre no podía abolir ni modificar un solo precepto de su ley para adaptarla a la condición caída del ser humano. Pero el Hijo de Dios, que junto con el Padre había creado al hombre, podía ofrecer por éste una expiación que el Señor podía aceptar, mediante el don de su vida en sacrificio, para recibir sobre sí la ira de su Padre. Los ángeles informaron a Adán que así como su transgresión había acarreado muerte y ruina, la vida y la inmortalidad aparecerían como resultado del sacrificio de Cristo.
Una vislumbre del futuro
A Adán se le revelaron importantes acontecimientos del futuro, desde su expulsión del Edén hasta el diluvio y más allá, hasta la primera venida de Cristo a la tierra; su amor por Adán y su posteridad inducirían al Hijo de Dios a condescender al punto de tomar la naturaleza humana para elevar así, por medio de su propia humillación, a todos los que creyeran en él. Ese sacrificio sería de suficiente valor como para salvar a todo el mundo; pero sólo unos pocos aprovecharían la salvación ofrecida por medio de un sacrificio tan extraordinario. La mayor parte no cumpliría las condiciones requeridas para ser participantes de la gran salvación de Dios. Preferirían el pecado y la transgresión de la ley del Señor antes de arrepentirse y obedecer, para descansar por fe en los méritos y el sacrificio ofrecidos. Este sacrificio era de un valor tan inmenso, como para hacer más precioso que el oro fino, y que el oro de Ofir, al hombre que lo aceptara.
Se transportó a Adán a través de las generaciones sucesivas para que viera el aumento del crimen, la culpa y la contaminación, porque el hombre cedería a sus inclinaciones naturalmente fuertes a desobedecer la santa ley de Dios. Se le mostró que la maldición del Señor recaería cada vez con más fuerza sobre la raza humana, el ganado y la tierra, por causa de la permanente transgresión del hombre. Se le mostró también que la iniquidad y la violencia irían en aumento constante; sin embargo, en medio de toda la marea de la miseria y la desgracia humana siempre habría unos pocos que conservarían el conocimiento de Dios y que permanecerían incontaminados en medio de la prevaleciente degeneración moral. Adán debió comprender lo que era el pecado: la transgresión de la ley. Se le mostró que la especie cosecharía degeneración moral, mental y física como resultado de la transgresión, hasta que el mundo se llenara de toda clase de miseria humana. Los días del hombre fueron acortados por causa de su propio pecado al desobedecer la justa ley de Dios. La especie se depreció tanto finalmente que causó la impresión de ser inferior y casi sin valor. Generalmente los hombres fueron incapaces de apreciar el misterio del Calvario y los grandes y sublimes hechos de la expiación y el plan de salvación, por causa de su sometimiento al ánimo carnal. Sin embargo, a pesar de su debilidad y de las debilitadas facultades mentales, morales y físicas de la especie humana, Cristo, fiel al propósito que lo indujo a salir del cielo, continúa manifestando interés en estos débiles, despreciados y degenerados ejemplares de la humanidad, y los invita a ocultar su debilidad y sus muchas deficiencias en él. Si están dispuestos a acudir a él, el Señor lo está para suplir todas sus necesidades.
PREGUNTAS REFLEXIVAS
1.- Sabemos que la naturaleza humana fue degradada por causa del pecado, ¿Qué significa esta realidad para ti?, ¿Cómo te sientes frente a esta realidad?
2.- ¿Es posible para el ser humano eliminar esta naturaleza?, ¿Cómo te das cuenta de que no has hecho lo correcto?
martes, 23 de septiembre de 2008
CLASE 6: EL INICIO DEL CONFLICTO Y LA CAIDA
La Caida del ser humano
Satanás tomó la forma de una serpiente y entró en el Edén. Esta era una hermosa criatura alada, y mientras volaba su aspecto era resplandeciente, semejante al oro bruñido. No se arrastraba por el suelo sino que se trasladaba por los aires de lugar en lugar, y comía fruta como el hombre. Satanás se posesionó de la serpiente, se ubicó en el árbol del conocimiento y comenzó a comer de su fruto con despreocupación.
Eva, en un primer momento sin darse cuenta, se separó de su esposo absorbida por sus ocupaciones. Cuando se percató del hecho, tuvo la sensación de que estaba en peligro, pero nuevamente se sintió segura, aunque no estuviera cerca de su esposo. Creía tener sabiduría y fortaleza para reconocer el mal y enfrentarlo. Los ángeles le habían advertido que no lo hiciera. Eva se encontró contemplando el fruto del árbol prohibido con una mezcla de curiosidad y admiración. Vio que el árbol era agradable y razonaba consigo misma acerca de por qué Dios habría prohibido tan decididamente que comieran de su fruto o lo tocaran. Esa era la oportunidad de Satanás. Se dirigió a ella como si fuese capaz de adivinar sus pensamientos: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" Así, con palabras suaves y agradables, y con voz melodiosa, se dirigió a la maravillada Eva, que se sintió sorprendida al verificar que la serpiente hablaba. Esta alabó la belleza y el extraordinario encanto de Eva, lo que no le resultó desagradable. Pero estaba sorprendida, porque sabía que Dios no había conferido a la serpiente la facultad de hablar.
La curiosidad de Eva se había despertado. En vez de huir de ese lugar, se quedó allí para escuchar hablar a la serpiente. No cruzó por su mente la posibilidad de que el enemigo caído utilizara a ésta como un médium. Era Satanás quien hablaba, no la serpiente. Eva estaba encantada, halagada, infatuada. Si se hubiera encontrado con un personaje imponente, que hubiera tenido la forma de los ángeles y se les pareciera, se habría puesto en guardia. Pero esa voz extraña debiera haberla conducido al lado de su esposo para preguntarle por qué otro ser podía dirigirse a ella tan libremente. En cambio, se puso a discutir con la serpiente. Le respondió: "Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis". La serpiente contestó: "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal".
Satanás quería introducir la idea de que al comer del árbol prohibido recibirían una nueva clase de conocimiento más noble que el que habían alcanzado hasta entonces. Esa ha sido su especial tarea, con gran éxito, desde su caída: inducir a los hombres a espiar los secretos del Todopoderoso y a no quedarse insatisfechos con lo que Dios ha revelado, y a no obedecer, cuidadosamente lo que él ha ordenado. Pretende inducirlos, además, a desobedecer los mandamientos de Dios, para hacerles creer que se están introduciendo en un maravilloso campo de conocimiento. Eso es pura suposición, y un engaño miserable. No logran entender lo que Dios ha revelado, y menosprecian sus explícitos mandamientos y procuran sabiduría, separados de Dios, y tratan de comprender lo que él ha decidido vedar a los mortales. Se ensoberbecen en sus ideas de progreso y se sienten encantados por sus propias vanas filosofías, pero en relación con el verdadero conocimiento andan a tientas en la oscuridad de la medianoche. Siempre están aprendiendo pero nunca son capaces de llegar al conocimiento de la verdad.
No era la voluntad de Dios que esa inocente pareja tuviera el menor conocimiento del mal. Les había otorgado el bien con generosidad, y les había evitado el mal. Eva creyó que las palabras de la serpiente eran sabias, y escuchó la audaz aseveración: "No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal". Con esto Satanás presentó a Dios como mentiroso. Insinuó con osadía que Dios los había engañado para evitar que alcanzaran una altura de conocimiento igual a la suya. Dios dijo: "Si coméis, moriréis". La serpiente dijo: "Si coméis, no moriréis".
El tentador aseguró a Eva que tan pronto como comiera del fruto recibiría un conocimiento nuevo y superior que la igualaría a Dios. Llamó la atención de ella a sí mismo. Comió a su gusto del fruto del árbol, y descubrió que no sólo era inofensivo, sino además delicioso y estimulante, y le dijo que por causa de sus maravillosas propiedades para impartir sabiduría y poder Dios les había prohibido que lo comieran o aun lo tocaran, porque conocía sus maravillosas cualidades. Afirmó que por comer del fruto del árbol prohibido había adquirido la capacidad de hablar. Insinuó que Dios no cumpliría su palabra, que era sólo una amenaza para intimidarlos e impedirles lograr un gran beneficio. Además le dijo que no morirían. ¿No habían comido acaso del árbol de la vida que perpetuaba la inmortalidad? Le dijo seguidamente que Dios los estaba engañando para impedirles alcanzar un nivel de felicidad más elevado y un gozo más excelso. El tentador arrancó el fruto y se lo alcanzó a Eva. Ella lo tomó. "Ahora bien -dijo el tentador-, se les había prohibido hasta que lo tocaran, porque morirían". Le dijo entonces que no experimentaría más daño o muerte al comer el fruto que al tocarlo o sostenerlo entre las manos. Eva se envalentonó al no sentir las señales inmediatas del desagrado de Dios. Le pareció que las palabras del tentador eran sabias y correctas. Comió, y se sintió deleitada con el fruto. Su sabor le resultó delicioso, y se imaginó que estaba experimentando en sí misma sus maravillosos efectos.
Eva se transforma en tentadora
Tomó entonces del fruto y comió, e imaginó que sentía el poder vivificante de una nueva y elevada existencia como resultado de la influencia estimulante del fruto prohibido. Se encontraba en un estado de excitación extraña y antinatural cuando buscó a su esposo las manos llenas del fruto prohibido. Le habló acerca del sabio discurso de la serpiente y manifestó su deseo de llevarlo inmediatamente junto al árbol del conocimiento. Le dijo que había comido del fruto, y que en lugar de experimentar una sensación de muerte, sentía una influencia estimulante y placentera. Tan pronto como Eva desobedeció se transformó en un medio poderoso para ocasionar la caída de su esposo. 37
Vi que la tristeza se insinuaba en el rostro de Adán. Parecía temeroso y atónito. Al parecer, había una lucha en su mente. Le dijo a Eva que estaba casi seguro de que se trataba del enemigo contra el cual se los había advertido, y que de ser así, ella debía morir. La mujer le aseguró que no sentía efectos dañinos sino una influencia placentera, e insistió en que él comiera.
Adán comprendió perfectamente que su compañera había transgredido la única prohibición que se les había hecho como prueba de su fidelidad y su amor. Eva argumentó que la serpiente había dicho que no morirían, y sus palabras debían ser verdaderas, porque no sentía señales del desagrado de Dios, sino una influencia placentera, como la que experimentaban los ángeles, según ella lo imaginaba.
Adán lamentó que Eva se hubiera apartado de su lado, pero ya todo estaba hecho. Debía separarse de aquella cuya compañía tanto amaba. ¿Cómo podía permitirlo? Su amor por Eva era intenso. Y totalmente desanimado resolvió compartir su suerte. Razonaba que Eva era parte de sí mismo, y si ella debía morir, moriría con ella, porque no podía soportar el pensamiento de separarse de ella. Le faltaba fe en su misericordioso y benevolente Creador. No se le ocurrió que Dios, que lo había creado del polvo de la tierra para hacer de él un ser viviente y hermoso, y había creado a Eva para que fuera su compañera, la podía reemplazar. Después de todo, ¿no podrían acaso ser correctas las palabras de esa sabia serpiente? Allí estaba Eva ante él, tan encantadora y tan hermosa, y aparentemente tan inocente como antes de desobedecer. Manifestaba mayor amor por él que antes de su desobediencia, como consecuencia del fruto que había comido. No vio en ella señales de muerte. Eva le había hablado de la 38 feliz influencia del fruto, de su ardiente amor por él, y decidió afrontar las consecuencias. Tomó el fruto y lo comió rápidamente, y al igual que Eva no sintió inmediatamente sus efectos perjudiciales.
La mujer creía que era capaz de discernir el bien y el mal. La lisonjera esperanza de alcanzar un nivel más elevado de conocimiento la había inducido a pensar que la serpiente era su amiga especial, que tenía gran interés en su bienestar. Si hubiera buscado a su esposo y ambos hubieran transmitido a su Hacedor las palabras de la serpiente, habrían sido librados al instante de esa artera tentación. El Señor no quería que averiguaran nada acerca del fruto del árbol del conocimiento, porque en ese caso se verían expuestos a la astucia de Satanás. Sabía que estarían perfectamente seguros si no tocaban ese fruto. (E. G. White, Historia de la Redención, 33-38)
PREGUNTAS REFLEXIVAS
1.- Según tu opinión ¿Cuál fue el error de Eva que la condujo hacia la desobediencia?
2.- ¿Qué le aconsejarías a un amigo(a) que está a punto de cometer un pecado?, ¿qué argumentos le darías para que no peque?
domingo, 14 de septiembre de 2008
CLASE 5: COMPLEMENTARIEDAD EN EL GÉNERO HUMANO
domingo, 7 de septiembre de 2008
CLASE 4: UNIDAD E INTERDEPENDENCIA EN EL GÉNERO HUMANO
Uno de los principales debates de la actualidad es saber que es el ser humano, es decir, cuál es su naturaleza. De hecho en la actualidad existen diferentes corrientes de pensamiento que intentan definir al ser humano. En esta ocasión daremos una breve mirada a los diferentes pensamientos contemporáneos y terminaremos con la perspectiva bíblica en relación al ser humano.
Pensamientos contemporáneos. Cabe resaltar que estos no son las únicas tendencias en el pensamiento. De hecho cada una de las ideas presentadas tiene sus diferentes variantes. Los conceptos que se presentan a continuación son una descripción general de cada corriente filosófica, pues cada una de estas tiene sus propias subdivisiones.
1.- Monismo:
El monismo es una corriente que define todo lo que existe como un conglomerado de átomos. El ser humano entonces, es un conjunto de células, es decir es un ente puramente material. Desde este punto de vista no existe la inmortalidad.
2.- Dualismo/Dicotomía
El dualismo, pensamiento platónico, se convirtió en la base del pensamiento occidental y que se aceptó como un dogma durante la edad media. Este pensamiento define al ser humano como la unión de dos realidades independientes, la una de la otra. El ser humano cuenta con una parte física a la cual se le llamó cuerpo y otra realidad no física a la cual se le llamó alma. El cuerpo es temporal, el alma es eterna. El cuerpo se convierte en la cárcel del alma y esta es liberada cuando el ser humano muere. Todo este concepto es explicado en el mito de la caverna de Platón.
3.- Tricotomía
Según este pensamiento el ser humano es la unión de tres componentes individuales denominados espíritu, alma y cuerpo. El espíritu, según esta teoría, es el área espiritual del ser humano que le permite comunicarse con Dios y percibir lo espiritual. El alma es el área racional del ser humano. El alma tiene la capacidad de tomar decisiones, tener sentimientos y todas las funciones mentales. El cuerpo es el ente físico que se relaciona con el mundo exterior y temporal. En la muerte el cuerpo y el espíritu desaparecen mientras que el alma es inmortal.
Ante estas diferentes percepciones se ha intentado alinear el concepto bíblico con alguno de estos tres conceptos. En realidad ninguno de estos puntos de vista es correctos a la luz de la Biblia.
A continuación presentamos lo que la Biblia dice en relación a la naturaleza humana. Para entender la naturaleza del ser humano debemos primero descubrir lo que la Biblia dice sobre el origen del ser humano:
Leamos Génesis 2:7 “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”
El ser humano es un ser viviente, según la Biblia se tiene la siguiente fórmula:
aliento de vida + polvo = ser viviente
La Biblia para referirse al ser viviente se usa la frase “nephesh hayah”. Esta frase está compuesta por dos palabras: “nephesh” y “hayah”. La clave está en comprender el significado de nephesh. El vocablo nephesh significa: alma, ser vivo, persona, vida. Esta frase puede ser traducida como ser viviente o también como alma viviente. Es decir que el ser humano es un ser viviente o un alma viviente.
Esto nos lleva a la primera conclusión. El alma es un ser vivo con carne y hueso y no un ente inmaterial. Entonces el alma puede morir (Eze 18:4), pues el alma es un ser viviente. La palabra alma no se refiere a un ser inmaterial etéreo sino a una persona como todos nosotros.
Muy bien, Hasta el momento entendemos que el ser humano es un alma, no que tenga un alma sino que es un alma. Ahora podríamos hacer otra pregunta: ¿Dónde se manifiesta la vida, según Génesis 2:7, en el polvo o en el aliento de vida? Bueno algunos podrían decir que en el aliento de vida. Allí encontramos otro error. Veamos un ejemplo para entender mejor este asunto:
La luz artificial es el resultado de la unión de la corriente eléctrica y de un foco o bombilla eléctrica. La luz no está en la corriente eléctrica ni en el foco. La luz es posible cuando juntamos la corriente eléctrica al foco. Solo en esas condiciones la luz se manifiesta. Veamos el siguiente esquema:
foco + corriente eléctrica = luz artificial.
Esta fórmula es parecida a la de Génesis 2:7
polvo + aliento de vida = alma viviente
Entonces la vida no está en ninguno de los componentes en forma independiente, de hecho la vida está solamente en Dios, el soplo de vida que Dios da es la capacidad que Dios otorga al ser humano para vivir. El soplo de vida sin un cuerpo físico no puede generar la vida, esto es imposible la vida se manifiesta cuando ambos elementos se unen.
Debemos tener claro, finalmente, que el ser humano no es la unión de dos componentes, más bien el ser humano es un unidad indivisible. El ser humano es una unidad biopsicosocioespiritual en el que existe interdependencia mutua entre cada una de sus facultades. Esto quiere decir que es ser humano es un ente biológico, al mismo tiempo es un ente social, a si mismo es un ser espiritual y también un ser psicológico. Estas son las facultades del ser humano. Existen entonces, cuatro facultades del ser humano: Facultades mentales, facultades espirituales, facultades físicas y facultades sociales. Estas están interconectadas y no se desarrollan en forma independiente.
Esto quiere decir que todo lo que haces al desarrollar tus facultades mentales, estas afectarán al desarrollo de tus facultades sociales, espirituales y físicas. No puede haber desarrollo físico sin que afecte las otras áreas de la vida.
Por ejemplo, cuando un esposo le da un beso a su esposa se involucran todas las facultades del ser humano. Dar un beso a tu esposo(a) implica un compromiso de todas tus facultades. No es solamente un acto físico/carnal, implica el desarrollo de facultades sociales, tal acto estimula una relación social condicha persona. Este acto pone en funcionamiento las facultades racionales pues no se le da un beso de esa calidad en forma irracional, mas bien es un acto racional. Finalmente este acto contiene elementos psicológicos pues al ser aceptado el beso por la esposa(o) se refuerza los niveles de aceptación, de esta manera ambos tendrán mejora en su autoestima. Vemos como un acto tan sencillo como dar un beso involucra la puesta en marcha de todas nuestras facultades.
PREGUNTAS REFLEXIVAS
¿Cómo explicarías a una persona que piensa que la salud consiste en no tener problemas físicos y que su espiritualidad es determinante para tener verdadera salud? (equilibrio).Si el ser humano es un alma viva, ¿cuando uno muere queda algo vivo? Justifique la respuesta.